Monday, July 16, 2007

El Premio Nobel portugués volvió a Colombia

Saramago iluminó a la Capital Mundial del Libro
El autor de ‘El Evangelio según Jesucristo’ pasó por Bogotá y dijo que el mundo sería mucho más pacífico si la humanidad fuera atea.

A la hora señalada, la multitud que rodeaba la manzana de la calle 23 entre carreras Sexta y Séptima, en pleno corazón bogotano, fue avanzando de a pocos y expectante hasta las puertas del Teatro Jorge Eliécer Gaitán con títulos del Nobel en las manos, bajo el brazo, dentro de los bolsillos de los sacos y de los morrales de estudiantes.
‘El Evangelio según Jesucristo’, ‘Cuadernos de Lanzarote’, ‘El cerco de Lisboa’ y ‘El año de la muerte de Ricardo Reis’ eran las novelas que más se repetían a lo largo de ese lagarto interminable de gente de pronunciado rostro femenino y que comentaba la consistencia política, la peculiar puntuación de sus páginas y la dignidad a toda prueba de los personajes de José Saramago.
El hombre que de niño se extasiaba ante los incomprensibles garabatos de los escasos ejemplares del ‘Diário de Notícias’ que llegaban a su aldea, y que a los 16 años descubrió la existencia de las bibliotecas.
La visita del novelista a Bogotá fue posible porque el programa ‘Elogio a la lectura’, de la Alcaldía, lo trajo de vuelta, tras tres años de ausencia, para continuar con las conmemoraciones de la ciudad como Capital Mundial del Libro.
En minutos se colmó el aforo del teatro. Pasadas las ocho de la noche 1.754 personas se pusieron en pie al divisar sobre el escenario la figura delgada, severa y elegante del portugués, en cuya alma, según él, duerme un campesino. El atronador aplauso reconocía la coherencia de pensamiento y obra que encarna la figura que se resiste a vivir como un burgués.
Por eso, por su ancestro agrario, diría más tarde, no le costó trabajo recrear la vida y pesares de los pescadores de Azinhaga, su pueblo natal, en ‘Levantado del suelo’. Los campesinos, o camponeses, como se dice en portugués, prosiguió, son parecidos en todas partes y en todas las épocas.
Y yo soy uno de ellos, dijo en su castellano rocoso el hombre que en realidad se apellida de Sousa pero que a la hora de su bautizo el achispado notario de Azinhaga entendió Saramago.
Laura Restrepo, autora de ‘La multitud errante’ y ‘Delirio’, actualmente residenciada en México, fue la interlocutora de José, como se dirigió a Saramago durante todo el diálogo. Bueno, José, alentó la escritora colombiana, cuéntanos sobre ‘Las pequeñas memorias…’
Son los recuerdos del niño que fui pero con la mirada y el lenguaje del adulto. Se trata de las memorias de mi niñez que pasé al lado de mis abuelos, en el campo, en contacto con la tierra y la naturaleza.
Aunque no pude recordar tan tajantemente como Tolstoi cuando se acabó mi niñez, sí pude recobrar las sensaciones, las impresiones, las alegrías y las penas que viví. Y lo pude hacer porque la niñez es inolvidable y de no haber sido el niño que fue no hubiera sido el hombre que es ahora.
Lo que buscaba con ‘Las pequeñas memorias’, dice Saramago, era decirle a mis lectores quién soy yo, de dónde vengo, porque pocos saben de mi pasado remoto y de las experiencias que me marcaron para siempre. Después de entrar en una especie de debate académico para sostener que el narrador no es más que otro recurso del autor para contar una historia, y que el posible éxito de las relaciones románticas de sus personajes se debe a que pinta el amor no como es sino como debería ser, Laura interrumpe para pedirle que expliqué por qué siendo ateo le dedicó una novela al Nuestro Señor.
Picado en la vena del gusto, Saramago se relame y contesta que su novela ‘El Evangelio según Jesucristo’ responde no tanto a un interés por la figura de Cristo, sino al hecho de que las religiones nunca han tendido puentes de comunicación y que a toda hora pretenden que las gentes renuncien a su libertad para atraparlos con la promesa de la felicidad en el más allá.
Creo, sentencia José, que el mundo sería mucho más pacífico si la humanidad fuera atea. Por otra parte, me parece que no hay mayor aberración que creer en Dios. Que es como creer en una montaña.
Pero José, se abren de nuevo los labios de Laura, dos características distinguen a tus personajes: la ética y la dignidad.
Es que para mí es más importante la dignidad que la esperanza. Esta se puede acabar pero sin dignidad no se puede vivir, dice Saramago.
Aunque enemigo de las frases hechas, de las frases brillantes y huecas, él también sucumbe a la tentación de la fraseología inmortal para soltar las suyas. Al menos una queda suspendida en el aire: para escribir con naturalidad, a veces hay que pasar por el artificio.
Entrada en honduras, la segunda parte de la charla con la pálida Laura se arrima a la orilla política, en la que Saramago no pierde oportunidad para alegar que la democracia es un sistema gobernado por instituciones autoritarias y antidemocráticas. También se lamenta de que los pueblos deleguen su autoridad a unos gobernantes que no son más que los comisarios políticos de los poderes económicos.
No soy pesimista, ironiza el Nobel. Lo que pasa es que el mundo es pésimo. Y vamos para peor. No más miren al infalible de Bush.
Atento a los problemas de Colombia, Saramago, que donó las regalías de ‘El cuento de la isla desconocida’ a los damnificados del terreno del Eje cafetero, le responde a Laura que el acuerdo humanitario es urgente, pero que lo fundamental es la superación del trauma social del país.
Saramago saluda a su esposa y traductora, la española Pilar del Río, que está en la primera fila de platea y le cuenta al auditorio que ella es el motor de la recién creada Fundación José Saramago, que se encargará de promover los Derechos Humanos, hacer conciencia sobre el calentamiento global y divulgar la obra del portugués. Que para asombro de muchos incluye teatro y poesía.
El Nobel se levanta de su cómodo sillón y recibe los aplausos y claveles del público. Lúcido e indispensable, Saramago sostiene que escribe para comprenderse a sí mismo y para comprender lo que pasa a su alrededor.

1 Comments:

Blogger Ivan Hernandez Jaramillo said...

Muy bueno, ver a Saramago de frente hablando por dos horas no tiene precio!!!. salio gratis jajajajajajajajaja

8:51 AM  

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